Normalmente
se me hace dificilísimo elegir un dulce en concreto, no me suelo
mojar a la hora de decantarme en la repostería, pero en el mundo tan
amplio y rico en galletas no tengo duda. Estas delicias las descubrí
en mi estancia en Londres y las mejores que pobre fue en una aventura
que tuve por Escocia. También tuve el lujo de poder hacerlas
profesionalmente y descubrir recetas nativas.
El
Shortbread es un tipo de galleta tradicional, típica de Escocia.
Surgen en el siglo XII para quedarse hasta nuestros tiempos como “la
joya de la corona” en lo que a repostería británica se refiere.
Fueron
galletas caras y reservadas como un lujo para ocasiones especiales
desde sus inicios. Dulce anglosajón por excelencia, convertido en
subvenir nacional.
Una
obra de arte hecha con cuatro ingredientes básicos, harina, azúcar,
mantequilla y sal. En grandes rasgos una parte de azúcar, dos de
mantequilla, tres de harina y una pizca de sal. El azúcar da el
dulzor, la harina la textura, la mantequilla el sabor y la sal lo
potencia todo y le da el toque característico. Se hornean a baja
temperatura para que no cojan color. A mi me encanta tanto comerlas
como hacerlas, cuando abres el horno la cocina se inunda de un olor
que alimenta.
Originariamente
las galletas Shortbread
se
reservaba a ser un acompañamiento perfecto para la hora del té,
pero hoy en día ya se disfrutan con leche, café, vino, champán,
licor, orujo, ...
Si
tenéis oportunidad probarlas!!! y si no intentar tener la
oportunidad de probarlas ;)!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario