Las Castañas fueron una importante
fuente de alimento de la edad media, hasta la llegada de la patata,
en Europa se consumía muchísimo para nutrirse de sus hidratos de
carbono.
Es uno de los frutos secos que menos
calorías tiene! Incluso menos de la mitad que el resto.
Rica en agua, minerales, fibra y
vitaminas, tiene muchos beneficios para la salud. Son buenas para
hipertensión, enfermedades cardíacas, problemas del riñón,
mujeres lactantes, anemia,... Muy apropiadas para las dietas de
adelgazamiento por su efecto saciante. La Castaña también tiene
propiedades antiinflamatorias.
Las formas mas conocidas de cocinar las
castañas son, tanto asadas en tamboril como entre brasas; crudas;
en puré; cocidas en agua y sal, como en leche o vino o incluso con
berza. Pues es un fruto que absorbe fácilmente los sabores que le
rodean. También se usan las hojas del castaño para hacer
infusiones, muy eficaces contra la tos y las infecciones en las vías
respiratorias.
Os quiero hablar de una de mis formas
favoritas de disfrutar de este fruto de otoño, cortadas en crudo en
laminas finas, como si de ajos se tratara, y fritas, tanto en
ensaladas, como “costrones” en una mousse de manzana le da un
crujiente y un sabor otoñal que os animo a probar.
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